lunes, 22 de mayo de 2017

Precediendo a los alcaudones

Hola a todos: desde mi habitación de la residencia universitaria donde me quedaré al menos los primeros días os escribo ya; muerto de sueño, la verdad. Que el viaje fue muy largo y pesado... pero muy entretenido también.

De aquí, con una explicación muy buena además
Al mirar en la pantallita de los aviones de Turquish Airlines el desarrollo del vuelo, que iba quedando marcado con un trazo verde a medida que nos movíamos, pensaba en los mucho que se parece a los mapas que se generan con los datos de seguimiento de aves por satélite; en concreto a los datos de la ruta que siguen el alcaudón dorsirrojo y el alcaudón chico, que atraviesan primero el Mediterráneo de oeste a este antes de bajar directos al sur de África. No vi gran cosa durante los dos vuelos largos, que me tocó en el pasillo; a mayores de que la noche no ayuda mucho. Vuelos largos y agotadores, pero al menos los aviones eran cómodos: con su comida a bordo, almohada y manta incluidas; y su pantallita individual con películas, series... y el Corán. Me quedé con las ganas de estrenarme pisando tierra asiática durante la primera escala, pues el Aeropuerto Internacional Atatürk cae del lado equivocado de la Canción del Pirata. Me pareció de lo más marciano que nos dieran de cenar otra vez en el segundo avión, en el que salimos de Estambul a Johanesburgo ya a las doce y media de la noche; y más extraño aún que a muchos les diese por comer de nuevo, a tales horas...
Dormí muy poco en el avión, la verdad; nunca duermo ni mucho ni bien en autobuses y cosas así, y tengo bastante envidia de los que son capaces de pasarse tales viajes roncando de cabo a rabo. Cerré a ratos los ojos mientras cruzábamos el Mediterráneo camino de Egipto, y pasé luego mis buenas horas en un estado más de alelamiento que de inconsciencia hasta que llegamos a la vertical del Victoria. Llegando a Johanesburgo, un nerviosismo nuevo, y sano, vino a relevar al "dolor de tripa" con que llevaba desde el domingo por la mañana: el ansia por saber cuál sería la primera especie avistada al sur del Ecuador. ¿Sería algún bimbo, o por el contrario una especie introducidísima, un gorrión o paloma? Finalmente, en Johanesburgo no llegué a identificar nada más allá de género, mal que me pesase; y tuvo que esperar la resolución de la duda hasta que llegamos a Bloemfontein, cuando un alcaraván de El Cabo Burhinus capensis alzó el vuelo alarmado al maso de nuestro aparato... seguido de cerca a ras de suelo por otra asustada mangosta amarilla :-) Bien estuvo eso de iniciar a la vez con bimbo las listas de aves y de mamíferos. Y desde entonces hasta ahora, un día lleno de bimbos; y eso que son aves que solo he "visto", que en ninguno de los casos me ha dado tiempo de mirar... en fin: parece que, al menos por este lado, comienza bien la aventura.

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