miércoles, 21 de marzo de 2018

Alas sobre el karoo (CO V)

 Una cabra de angora. O por ser más exacto, lo que queda de ella... El ambiente árido de la granja en que echamos la mayor parte del tiempo de muestreo no favorecía grandes despliegues faunísticos, y casi todo lo que vimos era pequeño, marrón y huidizo; o estaba muerto. Pero todo se recicla, claro: ¿veis que de lo que queda de las vainas de queratina de los cuernos de la cabra salen multitud de tubitos? Son los capullos de las polillas que se la van comiendo, igual que se comían antaño la queratina del pelo de las mantas de lana.


 Polillas, mariposas... nunca he pretendido ser un experto en lepidópteros (lo digo tanto reconociendo el pasado, como previendo el futuro), pero gracias a la cámara, sí puedo ir poniendo nombre a las especies más características. Esta es una hembra de pensamiento amarillo Junonia hierta, bastante maltrecha. Una mariposa con una distribución muy amplia, que ocupa las regiones tropicales de toda África y Asia; casi como el torillo de la entrada anterior.


 ¡La cámara! ¡Bendita cámara! ¡Lo útiles que me resultan las fotos, aunque sean malas, para poner nombre a posteriori a los bichos marrones que veo por el campo! Y marrones eran casi todos los pájaros con que nos cruzamos... Tras una revisión cuidadosa de ftos, vídeos y reclamos, estos dos se suben a mi lista sudafricana como cistícola dorsigrís Cisticola subruficapilla y bisbita africano Anthus cinnamomeus. Estoy muy orgulloso de mi lista de cistícolas y especies afines, pues aunque no llevaré ni un tercio de las locales, son bichos que me parecen tan complicados que cada uno nuevo que identifico me resulta de lo más satisfactorio. Y lo mismo podría decir de los bisbitas, pero es que apenas me los cruzo por en campo en condiciones...

Por suerte, no todos los LBJ eran tan difíciles de identificar que tuviese que esperarme a estar de vuelta en casa para consultar todas las guías, escuchar reclamos y demás; algunos ya me dieron la satisfacción de llevármelos tachados del campo, como este serín gorgiblanco Crithagra albogularis, una especie de canario bastante gorda y cantarina.

Y otros no eran nuevos, pero gusta verlos de nuevo, y que además posen confiados para uno. Este jovenzuelo de collalba familiar Oenanthe familiaris me recuerda además mucho de cara a Üzüm, que está más o menos ahora en el mismo estadio vital, con restos de boqueras y el pecho punteado típico de los mirlos y papamoscas recién emancipados (je, aunque el nuestro no parece querer irse de casa aún...).

 Los bordes de la granja venían definidos, a mayores de por la verja, por un seto de pitas más o menos continuo. Me hizo gracia ver cómo, a falta de árboles en buena parte de la zona, las aves más pequeñas de las que nidifican en cavidades de la madera muerta utilizaban los tallos secos de las flores de estos agaves para nidificar. Claro que dichos tallos muy anchos no son, por lo que los nidos que encontré, que no fueron pocos, estaban todos a apenas un metro sobre el suelo, donde había el espesor justo para que aves como el carpintero cardenal o el barbudo pío Tricholaema leucomelas pudiesen excavar su nido. Estos barbudos tienen un reclamo muy gracioso, como de trompetilla, que poco a poco voy aprendiendo a reconocer.

Y termino ya con la rapaz no migratoria que más me estoy encontrando por estos lares: el azor lagartijero claro Melierax canorus (lo de "canorus", por esto); un bicho que más que a azor a mí me recuerda a un aguilucho, con esos zancos largos y desnudos que se gasta para sacar a sus presas de entre las matas espinosas y las macollas de hierba donde puedan intentar esconderse. Pobre bicho, ¡qué calor se le veía que estaba pasando, el único día en que sí nos hizo sol durante el muestreo! Y no era el único...

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